lunes, 11 de julio de 2022

De charlatanes y cantamañanas

 

Sea como fuere, hoy y siempre, las sabandijas mediáticas se cuelan en nuestras casas sin que podamos remediarlo. No existe antídoto, porque no hay ciencia suficiente para desenmascarar tanto cretino y tanta mafia. Te ofrecen crecepelo a precio de saldo al tiempo que te endosan un maletín de peines, tubos de plástico para rulos, gomina, redecillas para mantener la melena recogida, champú anticaspa, laca fijadora y un sinfín de complementos que harán tu vida más sencilla, eso sí, cuando te crezca el pelo… Cuando te crezca la pelambrera estarás plenamente preparado. ¡Ay de ti, sin pelo!

Ahora bien, hasta que ese milagroso evento ocurre, y mientras tanto, también necesitarás de un neceser donde guardar las herramientas para la frondosa cabellera e irás cayendo en la cuenta de que, para cuando suceda que las melenas al viento sean la tónica de tu vida, entonces deberás disponer de gomas para las trenzas, acaso un juego de diademas, horquillas y lo más de lo más: un flamante secador de pelo de dos potencias y otro pequeño, menos voluminoso, para el neceser de viaje. Sólo cuando dispongas de ese colosal arsenal de herramientas podrás ser dichoso con tu postizo que revitalizará tu look y ya no tendrás que disimular a la hora de hacerte selfis. Tu imagen habrá ganado puntos socialmente e incluso, con talento, serás capaz de ligar alguna rapaza espontanea o lagartona al uso. Quien dice rapaza, dice rapaz, o lagartón.

Digamos que nada de lo anterior es extraño hablando de “publicidad”, comercio y mercado. Otra cosa diferente es cuando hablamos de “Periodismo”. “Tomar el pelo, no es lo mismo que cortarlo”. Nos queda más a desmano creer que los medios de comunicación “Charlateen” por boca de sus cantamañanas cuando regresan de la publicidad… Básicamente hemos de entender, por nuestro bien, que en todo momento están en “Publicidad”, que nos colocan su basura y que todo responde a un guion preestablecido, diseñado, corregido, editado y dispuesto para que usted compre el crecepelo, el maletín, los rulos, cepillos, peines, redecillas y el copón santo.

Por eso, escuchar radio o ver televisión se ha convertido en una suerte de “pista americana” donde a un obstáculo inverosímil para el entendimiento, le sucede otro de mayor dificultad para terminar en otro gigantesco donde te puedes jugar la dignidad dependiendo a quién hayas votado según las prédicas de los ingenieros de la comunicación.

Mira, peladito, que está todo estudiado y se imparte en cátedras.

Precisamente en la cátedra de política es donde daba sus clases “El coletas”, señor Iglesias, y mira por dónde el catedrático no ha sido previsor en sus compadreos y le han cortado la coleta por donde menos se lo esperaba, justo donde él había depositado sus confianzas con el maravilloso “crecepelo” servido por Ferreras y los increibles tirabuzones mediáticos… Como todo el mundo ya sabía o podía intuir, ese charlatán mañanero, Ferreras, está a sueldo de las élites que mueven los hilos de este país.

Mismamente “El coletas” disfrazado de "pelopincho" lo confesaba en sus mítines prepandemia, afirmaba que compadreaba con las élites: «Había cenado en la mesa de los poderosos con manteles de seda y cubiertos de plata» Yo mismo se lo he oído decir en Atocha. Ahora, el pelado exvicepresidente se tira de los pelos menguados que ya no le agradan, tuerce el gesto y se bate en una suerte de batalla de haraganes, más propia de tuercebotas impotentes tratando de separar el polvo de la paja. Pero el daño está hecho y sale feo en la foto.

 

Cuando las ranas críen pelo hablamos, hermoso mío.


 

miércoles, 6 de julio de 2022


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Faunas y privilegios

 

De siempre me han contado historias rurales de quinquis, de maleantes, de bandoleros y de cómo la autoridad competente del Régimen, la guardia civil, llegaba al lugar y soltaba dos hostias al primero que chistase sin que mediara palabra alguna o se atara los machos en calcularse el odio y la rabia que producía en inocentes, transeúntes o paisanos. Es la Memoria la que me trae ahora aquellos cuentos de antaño, los de la época franquista. La misma memoria que nutre chistes de gitanos, vagabundos y bohemios en encuentros dramáticos con la pareja de la benemérita. No soy buen contador de chistes de modo que me ahorro las referencias. Pero sí me trae a la Memoria el libro de Almudena GrandesEl lector de Julio Verne”:

“Paquito no se sabía las tablas de multiplicar, pero daba igual, porque era muy alto, y daría la talla, y sería guardia civil como su padre, como su abuelo.”

A estos privilegios hereditarios es a los que me refiero, a los que siempre ha tenido la Guardia Civil. Poco importaba entonces si el mozo aspirante a guardia despuntaba en educación: estudios; oye, con dar la talla en altura sobraba. Por eso el primer impulso y método del guardia consistía en repartir estopa y ser preferiblemente temido que respetado por admiración ecuánime. Por supuesto eran otros tiempos. Afortunadamente la democracia también ha cambiado ciertos hábitos sin que pueda olvidarme en la memoria de los Roldán, los Tejeros o de los Cobos; contemporáneos.

Y es precisamente esta Memoria del pasado, entre otras, la que les duele reconocer, para algunos descabellada (González, Aznar). Diríase que duele reconocerse en la tradicional y continua “Leyenda Negra” de las gentes de armas españolas (de los guardias) allá donde han pisado; en suelo patrio o allende las fronteras. Porque en todas partes hay cuentos y Memorias de los privilegios y desmanes de la autoridad armada retorciendo derechos de la fauna autóctona desarmada que encontrasen: gitanos, payos, indios o bereberes… Aunque esa memoria nos quede, muy a su pesar, a modo de chistes, escalabrados y en numerosos casos, cadáveres retorciéndose en cunetas y tumbas.

La Memoria de nuestro pasado nos hace fuertes y al que le pique, que se rasque.

Leer a Almudena Grandes es un deleite sólo al alcance de quienes gustan de la lectura con mayúsculas.