La Farándula representa ahora el Gran Teatro de mi Vida. A este grupo humano repleto de talento aporto ese granito de arena humilde y sincero que siempre he necesitado dar de mí. Se trata de una Compañía de Teatro aficionado en la cual aparecí hace tres años (2005), justo cuando la compañía cumplía 100 años de antigüedad... ¡100 años, se dice pronto! Desde entonces colaboro como actor en los distintos montajes teatrales que se organizan, y a fe que me gusta ¡Voto a Bríos!
Es estos tres años de andanzas teatrales he disfrutado como loco fundiéndome en personajes como D. Gonzalo de Ulloa en la obra "D. Juan Tenorio" de Zorrilla, Reberendo Fairfield en la obra "El niño de los Parker", y he vuelto ha interpretar el papel de Elías en "Un marido de ida y vuelta" de Jardier Poncela, papel éste que ya interpretara en 1995 bajo la misma dirección de José Luis Pérez Martín (paspas). Si todo marcha bien, a buen seguro que la próxima temporada interpretaré el papel de Alfonso VII en la obra "La venganza de D. Mendo".
Mi afición por el teatro viene desde niño; ya siendo un crío con 13 años (1975) interpreté el papel de Pluf en la obra "Pluf el fantasmita" de María Clara Machado, insigne dramaturaga brasileña. Desde aquel día en que pisé el escenario y sentí palpitaciones en el pecho y mariposas en la barriba no he dejado de desear subir a él en cuantas ocasiones he podido. Reconozco que actuar ante el público me excita y me remueve, haciéndome sentir vivo, ¡y de qué manera!... Tras aquel primer contacto con el teatro, hubieron de pasar algunos años hasta que formé parte con un grupo musical de rock (1980), pero mis habilidades musicales son escasas y duras de formar, así desligué las tablas musicales haciéndome un hueco de presentador en funciones de play bak (1994) en beneficio de la Iglesia de Daganzo. Y es desde ese momento en que me apego más al teatro. Fundé, junto con numerosos amigos, el grupo de teatro "R que R" del que tuve el honor de ser presidente durante su trayectoria de 4 años, en la que nos dió tiempo de poner en escena obras como "Un Marido de ida y vuelta" de Enrique Jardiel Poncela y "La rosa del azafran" de los Hnos. Fernández Shaw, eso aparte de ensayar sin resultado positivo obras como "Retablo Jovial" de Alejandro Casona, "Al final de la cuerda" de Alfonso Paso y "La balada de los tres inocentes" de Pedro Mario Herrero.
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