domingo, 15 de agosto de 2010

Don Juan Tenorio





Echo de menos, a la vez que siento nostalgia, de las representaciones de “Don Juan Tenorio”, de José Zorrilla. Que es una de las obras más celebradas dentro del “cartel” del catálogo que ha representado La Farándula de todos los tiempos. Es, además, la más requerida por el público adicto a nuestro teatro.
Ya he comentado en alguna parte el buen gusto que pone La Farándula representando “Don Juan Tenorio”, y cómo, aún no ciñéndose estrictamente a todo el texto de Zorrilla, la función queda integra de argumento y sólida de mensaje. También he comentado más de una vez que prefiero los textos representados íntegros, tal y como los plasma el autor y, sin son traducciones, elegir aquella que de mejor manera plasme el sentir anímico del autor; que es, en suma, de quien nacen todas las cosas. Esto que digo, más que una alabanza por el autor o autores, es una máxima que prevalece por el respeto hacia ellos. Ellos de todos los tiempos y rigores.
Y digo que echo de menos “Don Juan Tenorio” porque es un personaje /héroe que se me antoja de la máxima actualidad a pesar de los siglos transcurridos entre su publicación y la época contemporánea. El “Héroe” y las circunstancias. El cielo, el destino, lo místico, la sociedad, el sexo, Dios mismo, el talento, tantas y tantas cosas que guardan relación… Sin lugar a dudas hay cosas que no cambian y tenemos la Literatura para contrastar los datos; es como si un escritor en lugar de dejar sólo mensajes escritos, plasmara sobre el papel una muestra de ADN de los tiempos que le toca vivir sabiendo qué, posteriormente, un antropólogo analizará los vestigios de ese tiempo a través de ese ADN.
¿Qué tiene el “Don Juan” de Zorrilla? que se me antoja tan actual y tan cercano al día de hoy. ¿Será la osadía? ¿Será el desparpajo? ¿Quizá el talento? ¿El arrojo?; Bueno, éstas son algunas de las cuestiones por las que podía empezar un debate. Debate qué, por otra parte, ya ha sido tema de discusión en numerosos foros. ¿Acaso, entonces, debo convenir que la figura del “Don Juan” o “Doña Juana” está intrínsecamente relacionado con lo humano desde el punto y hora en que existe interacción social, y que la interacción social es igual desde tiempos remotos?
Filósofos, psicólogos y estudiosos disertan sobre este asunto desde tiempos de “La ilustración”. Repleto está internet de datos y comentarios autorizados por gente docta. Así que cada cual saque sus conclusiones. Me limitaré a poner negro sobre blanco acerca del mozo/héroe/hombre que trasciende en la figura “Donjuanesca” bajo mi punto de vista.
Primeramente observar que: no todos los hombres pueden compararse a esa figura “Donjuanesca” aunque lo pretendan, que los hay. De la misma manera que: no todos los hombres pueden compararse con la figura de “Sancho Panza”. Y claro está, cada hombre representa un arquetipo distinto, un rol determinado por sus circunstancias. En el caso de Don Juan, esas circunstancias vienen predeterminadas y perfectamente, con detalle, explicadas por José Zorrilla. El texto (ADN) dice: “… y en todas partes dejé memoria amarga de mí.” que es dato contundente. Aparte de otros datos que nos acercan a la figura de Don Juan, ya desde el principio éste nos muestra la arrogancia de quien sabiéndose vil, se jacta de serlo. De modo que no se trata de un delincuente que trata de sobrevivir acomodándose ocultamente, sino de un “trepa”, un aprovechado, un indino.
... Luego continúo
prosigo...
La pintoresca figura de Don Juan, extraña en su época y ahora tan actual, nos brinda ocasión para indagar en las propiedades otrora atípicas del galán dentro del teatro del Siglo de Oro y de otros tiempos anteriores dentro de la literatura. La configuración argumental de base mezcla claramente misticismo con herejía, sobresaliendo el héroe, en este caso antihéroe, por la audacia. El retrato significativo de Don Juan, aquello que resalta desde el principio haciéndolo singular, puede encontrarse como muestra en el principio del texto: “Cuan gritan esos malditos, pero mal rayo me parta si en acabando esta carta no pagan caros sus gritos”. Podría decirse que Zorrilla nos advierte de un personaje malhumorado, histriónico, sobrepasado. Sin embargo, la mayoría de las ocasiones que yo he visionado la obra no se representa así, sino que se mitiga un tanto la carga de “mala leche” disminuyendo también la visceralidad. Supongo que será cosa de adaptación o gusto por no estropear al personaje, y que así no hiera de entrada la opinión del espectador respecto del héroe. Pero más adelante hay más muestras de ese Don Juan pertrechado de una patología histérica y arrogante; sin ir más lejos, en la conversación breve con Butarelli, Don Juan le inquiere para que termine la explicación: “¡Par diez! ¿Acabarás con tu cuento?” dejando notar una impaciencia cargada de amenaza, como se deduce del siguiente: “Acaba ¡vive Dios!, que me impaciento”. ¡Vaya!, que cualquiera podría entrever en el personaje la figura de un psicópata. A este respecto, el de psicópata, hace referencia numerosas críticas y estudios de la obra de Zorrilla, coincidiendo en mi opinión además y por ejemplo, Carmen Romero (Traductora), al señalar a Don Juan Tenorio como arquetipo machista.
Ni que decir tiene que la figura de Don Juan ha dado, da y dará mucho juego controvertido. Desde quienes, románticamente, prefieren admirar a Don Juan como un icono sexual en su faceta de conquistador, hasta quienes se limitan a la aproximación “caballeresca” por la aventura épica literaria. Pero no sólo estas definiciones serían por contraste las más relevantes, sino que en su conjunto habría de analizarse un Don Juan con valores adicionales que se desprenden del texto de Zorrilla.
Así, resaltaré cómo el autor retrata a un Don Juan que procede de una familia acomodada en el ambiente de la nobleza sevillana. Nacido de alta cuna y con mano en el poder. Seguramente esta cualidad se antoja propicia para acceder a devaneos y aventuras con cierta ventaja: “Como quien somos cumplimos” Afirma Don Juan en la entrevista con Luis Mejía, sabiéndose superior en orden jerárquico y con suficiencia en la alcurnia para abordar aquel tema primordial que en la venta trae a tanta gente. Porque la nobleza de los personajes juega en la obra un papel importantísimo, papel que se extiende a todos los personajes encumbrándolos o minimizándolos en riguroso orden; cosa que tiene gran influencia en la trasmisión del mensaje y argumento.
“Como quien somos cumplimos” viene a equiparar a Don Juan Tenorio y a Don Luis Mejía en un rol equivalente, comparable, competente, aunque por dentro el uno se sabe superior al otro y el otro en inferioridad con el uno. Y es una apuesta la diferencia de roles a sabiendas que nada cambiará de ese rol tras el resultado del litigio.

3 comentarios:

JOSE LUIS dijo...

ers bueno padre, muy bueno. Dominas el idioma a la perfeccion y eso es y se llama...: CULTURA

JOSE LUIS dijo...

porfa, acaba el pensamiento-melancoolico-historico,....si?
Lo espero

Hipólito dijo...

Gracias por tú ánimo padre. me esmeraré aún más sabiendo que me lees.