domingo, 4 de julio de 2021


 Correo ordinario

He empezado a escribirme una carta, una carta a mi yo del pasado.

Como digo, una carta a mí mismo en mis tiempos de mocedad, a aquellos tiempos en los que todavía se tienen sueños y te vas chocando con las realidades. Suena bien, ¿verdad?... ocurre que, habiendo escrito poco más que el encabezado «A mi yo de 1980, con todo cariño», y siguiendo cierta pauta de recuerdos seleccionando los buenos y los malos, vengo a caer en la cuenta…

Entre otras cosas me digo a mí mismo lo bueno que hubiese sido haber pasado con más brillo por las aulas, haber prestado más atención, acaso un poco más de interés. En la mili, por ejemplo, haber hecho el curso de conductor de camiones y haber obtenido todos los carnets. Aquello fue una ocasión perdida. También, por aquella época, podría haber ingresado como voluntario en la Cruz Roja de Telde, hubiese obtenido con poco esfuerzo la formación necesaria para ser auxiliar de enfermería cosa que me atraía muchísimo y que también lo dejé pasar. También pude sacarme el título de patrón de barco y el de piloto de globos aerostáticos. Ahora que lo pienso, echando la vista atrás, menudo chollo perdí.

Pero digo que caigo en la cuenta… caigo en la cuenta de que seguramente no me haré demasiado caso en atender las recomendaciones que yo mismo me escribo ahora para el pasado… Llegados a este punto, desconfiando del resultado, firmo y cierro. La idea era buena, a ver qué pasa. A lo mejor recibo mañana la carta que me escribiré en 2030 cuando tenga amagos del alzhéimer que llegará, sí o sí, según mis genes.

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