Expolio & Espolio
El perdón1. El contexto es de otros tiempos, efectivamente, pero el expolio dilatado en el tiempo existió: claramente documentado. Y eso no resulta difícil reconocerlo contentando a las que fueran colonias españolas si media el interés de repararlo, al menos políticamente: diplomáticamente hablando. De modo que “la respuesta de España” al Presidente de México se antoja taimada y timorata, como si tras ese asentimiento y reconocimiento de culpa trajese después un oprobio inasumible, acaso una carga penosa con la que cargar de por vida, un estilo a la carga que soportarán estoicamente los alemanes tras el fascismo de Hitler, valga la comparación. En la propia negativa del Gobierno de España a ofrecer ese desquite está la prueba misma de que son sucesos aquellos de los que hoy, en el contexto actual, se avergonzarían el más pintado.
Tras este episodio del que hablo, que visto fuera de ese contexto no deja de ser una anécdota pasajera a la que pocos dan la importancia que debiera tener, queda la diferencia entre la respuesta del Gobierno de España y el Papa Francisco, que sí ha reconocido con creces la magnitud del genocidio y el espolio que supuso la conquista del Nuevo Mundo. Como las respuestas de otros Gobiernos distintos que sí han manifestado sus disculpas a quienes fueron sus colonias.
Pero hay que entender el negocio geopolítico que trae a mal traer las relaciones entre México y España. En la visita que el Presidente Sánchez llevó a México (Enero 2021), éste tenía como uno de los objetivos colocar solapadamente a Pablo Iglesias (o a otro comisionado) en la mesa de negociación para formar parte del Grupo Internacional de Contacto (GIC) que trata de mediar en la crisis de Venezuela. Como quiera que Andrés Manuel López, con buen criterio, se negara a semejante, pues claro, las aguas bajan turbias y así siguen.
Otra reflexión, no menos importante de este episodio, consiste en dejar muy claro qué pinta el rey y la Casa Real en la política española sino un puro escaparate sin más utilidad que el adorno, la pompa y el fasto. Esto lo refiero porque todavía hay monárquicos que piensan en el rey como la panacea, como un resorte con dinámica propia y en su romanticismo trasnochado no advierten el cambio sustancial de la Corona. En esta tesitura, el primero que se equivoca es el Presidente de México, que envía la carta a Felipe VI como destinatario y suponiéndole heredero del mismo poder absolutista establecido de hace quinientos años, siendo que el rey “Títere” ya renunció a la herencia de sus antepasados y por lo tanto hizo borrón y cuenta nueva con el beneplácito de la cobarde política española que consintió seguir con el cuento chino en lugar de mandarle a freír espárragos.
Francia, a través del Presidente Enmanuel Macron, acaba de llevar el gesto a lo más alto, mientras España, acomplejada en grado sumo, no sabe medir la historia que nos abrasa.
1 México... Enlace Carta del Presidente de México Andrés Manuel López Obrador al rey Felipe VI
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