De pie o arrodillado
Cuando un bebé aprende a gatear se le abre un mundo nuevo y la exploración cercana se le hace accesible, tentadora. Más tarde aprenderá a caminar y ya jamás volverá a gatear o no encontrará motivación para arrastrarse. Imagina lo que ocurre cuando aquel bebé ya es capaz de correr, saltar y brincar… La paradoja es ¿Por qué hay gente madura que prefiere vivir arrastrándose, sometidos?
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