Una vez más, como cada Pascua, se celebra en Daganzo la representación de La Pasión de Cristo. Acto teatral basado en las Sagradas Escrituras cristianas y que congrega a numerosos vecinos del pueblo como actores y figurantes. Creo que ésta de este año es la edición número XXII.
En esta edición retomo el papel de Pilatos, que ya interpretara en las ediciones XIV a XVI, pasando después a interpretar Sacerdote III tras un año de ausencia por motivos de salud. Vuelvo, pués, a interpretar un papel de más relevancia dentro del reparto, aunque todos los intervinientes tienen igual recompensa, el calor y el aplauso de aquellos que se acercan a contemplar la representación.
Cromáticamente la puesta en escena de la Pasión es muy interesante, digna de ver sin duda. La oscuridad que ofrece la noche genera un ambiente muy apropiado para el sentido místico religioso de las escenas. Aunque los focos nunca están a mí gusto configurados, sí que resaltan la belleza plástica del vestuario de época y los decorados mejorados años tras año. Haría falta, entiendo, contraluz que matizara las escenas para así sacar el máximo rendimiento a los focos que son, a veces, desmesurados y molestos para el actor. Una cosa es dar luz a una escena, y otra muy diferente deslumbrar. Pero en ello estamos.
Sobre la calidad artística habría mucho que decir; desde hace años es la piedra de toque, bajo mi punto de vista, que debería mejorar. No es que se trate de perfeccionismo, ni que haya que hacer de la función una exigencia interpretativa, ni mucho menos, pero sí que se podría redundar en los ensayos de aquellos pasajes claramente mejorables. Yo mismo hago de menos una mano rigurosa que me exija el esfuerzo que hace aflorar la calidad. Resumiendo, falta el director. Pero a pesar de ello, la función sale redonda con las limitaciones; y la gente, el público se marcha contento y satisfecho; que en suma es lo que se pretende.
La Asociación Cultural Gólgota es la encargada de organizar el evento.
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