Luis Callejón
No es que me prodigue yo mucho por Casa de Vacas, pero la ocasión la pintaron calva y allá que me presente. Tengo que decir que el lleno de la sala espectacular, como en viejos tiempos. Mis entradas eran invitaciones (Gracias a Á. Moyano) y pudiera ser que algunas otras también lo fueran, aún así, me alegró sobremanera ver el graderío de Casa de Vacas completo y entregado. La obra magnífica, me refiero a la adaptación escénica y a la dramaturgia, también el cuadro de actores. El escenario pobre, muy pobre, como es habitual en este tipo de dramas; caja negra sin fondo, o con fondo abierto, que no sé si tendrá nombre técnico usual, de cualquier modo todo se entiende.
La sinopsis muy manida cuando el protagonista es Miguel Hernández, La Guerra Civil española como ambiente, claro que, no sin historia, el ambiente de aquel tiempo y el compromiso del personaje requiere desarrollar argumentos que tengan ese fondo dramático. Valla por delante que el tratamiento que se observa respecto de la parte política es prejuicioso y poco parcial… pero ese no es mi tema.
Continuando con la sinopsis, trata de los recuerdos que Josefina Manresa (esposa de Miguel Hernández) manifiesta en una entrevista a un periodista. A través de los sentimientos de Josefina descubrimos una relación marital que podríamos decir común entre mortales, con crisis agudas y momentos especiales. Sin embargo, las figuras del matrimonio entretejidas en lo especial del ambiente de guerra y el oficio de él, particularmente, hacen sobrevenir en la memoria de Josefina aquellos instantes que mayor y más poderosamente cargan el drama.
A pesar que entre el público se atisbaban algunas risas, al principio, sobre todo cuando el buen hacer de Imán Padellano imbuida en el personaje de Josefina nos mostraba a una mujer sencilla de provincias, costurera y poco dada a la relevancia, que se coloca delante de un magnetófono para grabar la entrevista y le choca, le sorprende el aparato; lo hace tan real, tan convencida qué… a pesar del drama que nos está contando, pues resulta gracioso la poca desenvoltura que hoy pudiera ser tan normal.
Hay que destacar la declamación perfecta de Carlos Chacón protagonizando a Miguel Hernández, y lo conseguido de cierto parecido a éste en la fisonomía. El vestuario ayuda a esa caracterización como en al resto de personajes (destacar el trabajo de vestuario). Luis Callejo interpreta con gran nivel al periodista y también al fascista. Quiero decir que el personaje de "Fascista" me ha resultado sobreactuado intencionadamente, demasiado intencionadamente para mi gusto. Considero innecesaria esa exageración de un personaje que, de por sí, ya repugna.
La dirección es de Nacho Marraco, que ha salido tibiamente a recibir el merecido calor del público. Por cuatro veces los actores se han visto obligados a saludar.
Y me dejo para el final la reseña del cantaor. Luis Callejón se sale, para mi gusto es el alma de esta obra. Espectacular.
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