sábado, 26 de junio de 2021

Charles Darwin (a la izquierda) y Alfred R. Wallace (a la derecha)

¡Vive Dios!

Darwin publicó su obra El origen de las especies en 1854, tres años después se encontró en el centro de Europa un resto óseo de lo que más tarde se conoce como “Homo Neanderthal”. Desde aquellos tiempos hasta hoy median ciento setenta años y un ingente catálogo de descubrimientos y ciencias. Bien, pues, según se mire, para determinados grupos religiosos no ha pasado el tiempo, ni sirve de nada los argumentos… Ya puedes desgañitarte y pasarte las horas tratando de divulgar lo que significa el conocimiento descubierto en el cosmos que no te servirá de nada. Conclusión: “El libro sagrado es la ley de Dios”

Visto lo que significa someramente este dato: ciento setenta años, ya me hago una idea del por qué acumulamos un retraso espectacular a la hora de reconocernos como especie entre tantas y persiste la idea de que el “Hombre” es la criatura divina hecha a imagen y semejanza de Dios. No te digo nada cómo las debió pasar el propio Darwin en su tiempo emulando a Galileo, Giordano y tantos otros, siendo que ya los griegos habían dejado escrito apuntando a la dirección correcta.

Así las cosas, cuando me reconozco estafado por la educación recibida desde primaria (1969) donde me llenaron la cabeza de gilipolleces y amenazas, miro hacia atrás y me digo: ¡Dios mío!; Y luego termino diciendo: ¡La Virgen!; Todo ello síntomas inequívocos de que aprendí correctamente un montón de tonterías inútiles, en lugar de haber adquirido conocimientos que ya eran patentes un siglo atrás.

Recientemente alguien me ha calificado de: Darwinista, en consonancia con lo que manifiesto abiertamente en contraposición a las religiones apologistas y como si yo supiese más de lo que sé, que no es nada, o como si yo formara parte de una tendencia reglada de pensamiento que tampoco existe o no conozco. De modo que, curioseando, me encuentro que sí que hay una tendencia filosófica, una ideología darwinista coherente. El propio Charles Darwin NO adoptó ninguna ideología de forma evidente. Sin embargo, su obra publicada, así como la de otros evolucionistas, condujo a la aparición del "darwinismo social"… Al cierre de este post me propongo ahondar lechuceando en esa tendencia.

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