jueves, 12 de agosto de 2021

 

Granujas

Seamos serios… Con el corazón en el pecho y pese a reconocerse uno integrado en la misma vorágine simbiótica, a quién puede extrañarle que un país de granujas tenga en la jefatura del estado al más granuja y corrupto. Además, apuntar que no es casualidad el hecho flagrante consumado de Juan Carlos I porque viene de lejos que la monarquía borbónica tiene la costumbre, en España, saquear de lo público y medrar con voracidad inusitada.

Tampoco es preciso derramar más tinta aludiendo a sus antepasados borbones que han labrado su historia con tropelías, desfalcos y deshonrosas apropiaciones de lo ajeno siempre contando, eso sí, con una cohorte de pelotas advenedizos que medran en lo abundante y engordan con las influencias del poder.

Así las cosas, en España, dando por hecho que es un mal endémico, considero natural convivir entre corruptos y absurdo nadar contra la obstinada corriente que nos lleva y empuja. Facilitemos, pues, a todos los granujas que en el mundo son, que vengan aquí a ponerse las botas y participen de la fiesta del cohecho, el chantaje, la corrupción y el delito. ¡Hágase el milagro y hágalo el Diablo!

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